Un hombre paralítico. Un padre desesperado. Una mujer escondiendo un secreto. Cada uno se acerca a Jesús con fe. Discípulos temerosos durante una violenta tempestad. Un hombre rico pregunta cómo llegar al cielo. Cada uno confiando en Jesús para que les dé una respuesta. ¿No hacemos lo mismo? Esperamos. Confiamos. Nos aferramos a nuestra fe y esperamos una respuesta, esperamos sanidad. “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”, pregunta Jesús en el libro de Marcos. Solo hay una respuesta: “Tú eres el Cristo”. Cada sanidad física y espiritual realizada; cada tempestad calmada; cada respuesta dada y cada parábola enseñada es un recordatorio estruendoso: “Tú eres el Cristo”.